lunes, 8 de mayo de 2017

Desvarios en Moscú

Eran las tres de la mañana en Nueva York y Daniel se acababa de despertar entre sudores fríos. Al abrir los ojos estaba en el suelo, de la suite del hotel de su casa de Moscú… "¿Tengo un hotel en mi casa?" pensó. Al igual que a él no le encajaba, al que escribió esto no se le pasó por la cabeza que tenia que ver la hora de Nueva York con la historia, pero es que la suite tenía las paredes pintadas de negro y nada tenia sentido.


Dani leía en su diario a la vez que escribía estas mismas palabras y frases sin sentido, y ahora que releo la oración anterior, veo que yo debo se Dani, aunque siempre había pensado que Daniel era otra persona ajena totalmente a mi. De nuevo nada tiene sentido para él…
O para nosotros, o para mí si es que somos el mismo, según se mire. En fin, da igual, la verdad es que para hacer lo que hago, escribir lo que escribo y comer lo que como, mejor no hacer nada. Hablando de comida, Dani (yo) estaba comiendo galletas. Qué envidia, ¿no? Galletas ricas y con sabor a libertad, una libertad que solo experimentamos los piratas en la mar y yo (Dani) cuando me las como.

Piensas que lo que lees no tiene sentido, ¿verdad? Así debía sentirse tu profesora del parcelario cuando veía tus maravillosos dibujos infantiles. Piénsalo.
No, en serio, piensa, piensa por un momento que tu eres la única persona en el mundo que puede pensar. Piensa que los demás simplemente actuamos, que nadie, salvo tú, puede tener conversaciones consigo mismo. Vale, ahora deja de pensarlo, porque no es cierto, yo también pienso, ya lo siento. Yo, Dani. No "yo" cuando tú lees la palabra "yo". Lo aclaro por dos motivos: uno, que siempre puede llevar a confusion el no aclarar las cosas; y dos, que a Daniel le apetecía escribir eso (o sea, a mí). ¿Cómo te quedas? Seguro que igual.

Igual… Igual… ¿Y si…? Hmmm… Nada, no es importante para este relato, es como lo de las cuatro de la mañana en NY.  Dani estaba medio dormido y no sabía muy bien lo que ponía. Lo cual me lleva a pensar si yo se lo que digo (o escribo, vamos), porque ya que yo soy Dani y Dani es yo, deberíamos comportarnos igual. Pero ¿y si Dani tiene trastorno de la personalidad? ¿También lo tendría yo? ¿Existiría yo acaso? Qué lío, prefiero pensar que soy yo el del trastorno y que es Daniel el que no es real, aunque eso conlleve tener un trastorno psiquiátrico.

Pero bueno, la cafetería deja de servir desayunos a las 10:30, por lo que tengo menos de diez minutos para llegar. Desayuno, des-ayuno… Es como negar el ayuno, como realizar la acción inversa. Curioso, muy curioso. En fin, que no llego.

Buenas madrugadas a los de Nueva York,


   Mori

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