“No lamento la terapia física que necesité para ayudarme a utilizar de nuevo mis huesos y a recordar por qué Dios nos había creado con piernas. No lamento la exposición prolongada a la radiación cósmica, todos esos EVA sin proteger, todo ese tiempo con un blindaje poco adecuado en la EEI. No lamento la maquinaria conectada a mi cuerpo que abarca toda la habitación de hospital. Tomé una decisión, y me gusta pensar que eso supuso una diferencia.”
¿Sabéis? No me importaría morir habiendo dicho esto, no me importaría morir por culpa del espacio, es mi sueño y ya se que es tonto, pero estoy orgulloso de él.
Se que me será difícil, o quizás imposible, pero si muero sin haber estado allí, espero hacerlo sabiendo al menos que dejo este mundo habiéndolo intentado, sabiendo que no me detuve porque me decían que no lo iba a lograr o porque un tipo rendido a la sociedad se riese de mi sueño.
El orgullo me grita que es imposible, mi poca experiencia me repite una y otra vez que es arriesgado, la razón me dice que no tiene sentido que lo intente, pero puedo decir con sinceridad que sólo tengo oídos para mi pequeño gran corazón que, cuando pienso en abandonarme a la colectividad, me susurra: “Inténtalo…”.
Escucha al corazón. Él susurra y muy bajo, pero si prestas atención, siempre está ahi.
Lo consiga o no, hay una cosa que va a estar siempre al nivel de cumplir mi sueño: pensar que alguien leyó esto en algún momento de su vida, escuchó a su corazón y no abondonó su proyecto.
Queridos soñadores y soñadoras del mundo, recordad: “Si alguien tiene que hacerlo, ¿por qué no ser tú?”
Atentamente,
Mori
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